sábado, 20 de abril de 2013

ESCORBUTO

Alberto Casas.

ESCORBUTO.- Enfermedad general, producida por la escasez o ausencia en la alimentación de determinados principios vitamínicos, y caracterizada por hemorragias cutáneas y musculares, por una  alteración especial de las encías y por fenómenos de debilidad general. (RAE).

Pigafetta, el cronista de la primera vuelta la mundo, en una de las singladuras anotadas en su Relación del viaje, leemos:

El miércoles 28 de noviembre (1520) desembocamos por el Estrecho (Magallanes) para entrar en el gran mar, al que dimos enseguida el nombre de Pacifico, y en el cual navegamos durante el espacio de tres meses y veinte días, sin probar ni un alimento fresco. El bizcocho que comíamos ya no era pan, sino un polvo mezclado de gusanos que habían devorado toda su sustancia, y que además tenía un hedor insoportable por hallarse impregnado de orines de ratas. El agua que nos veíamos obligados a beber, estaba igualmente podrida y hedionda. Para no morirnos de hambre, nos vimos aun obligados a comer pedazos de cuero de vaca con que se había forrado la gran verga para evitar que la madera destruyera las cuerdas. Este cuerpo siempre expuesto al agua, al sol y a los vientos, estaba tan duro que era necesario sumergirlo durante cuatro o cinco días en el mar para ablandarlo un poco; para comerlo lo poníamos en seguida sobre las brasas. A menudo aun estábamos reducidos a alimentarnos de aserrín, y hasta las ratas, tan repelentes para el hombre, habían llegado a ser un alimento tan delicado que se pagaba medio ducado por cada una. Sin embargo, esto no era todo. Nuestra mayor desgracia era vernos atacados de una especie de enfermedad que hacía hincharse las encías hasta el extremo de sobrepasar los dientes en ambas mandíbulas, haciendo que los enfermos no pudiesen tomar ningún alimento. De estos murieron diecinueve; además de los muertos, teníamos veinticinco marineros enfermos que sufrían dolores en los brazos, en las piernas y en algunas otras partes del cuerpo….
           
   Este espeluznante relato se repite en el viaje de vuelta de la nao Victoria, en la que y por las mismas circunstancias fallecieron veintiún hombres. Esta enfermedad ya era conocida por los portugueses en sus largas expediciones a la India, y el propio San Francisco Javier la padeció durante la navegación a dicho país desde Lisboa. 

   Estamos hablando del escorbuto, un mal que ha producido entre la gente de mar más muertos que en las batallas navales y en los naufragios, todos juntos, incluidas las enfermedades que más corrientemente atacaban a las tripulaciones en viajes largos, la malaria, el tifus, llamado la fiebre de los barcos, la tuberculosis, la fiebre amarilla, la sífilis y otras. Especialistas en el tema han calculado que el escorbuto ha sido la causa de más de dos millones de muertos, especialmente entre la marinería, los perros escorbúticos, ya que, generalmente, la oficialidad resultaba menos afectada por razones obvias de limpieza, aseo personal y mejor alimentación entre otros factores. Estas condiciones patológicas redujeron al extremo las tripulaciones de los grandes periplos marítimos; Cabral, Bouganville, Jacques Cartier, que se salvó del mal y a sus tripulantes pacientes, gracias a la infusión de hojas de cedro blanco, método que le enseñó un indio iroqués. En la guerra de los Siete Años, la armada inglesa perdió más de 130.000 hombres infectados por este mal, y la escuadra de Anson (6 navíos) en su campaña de apresar naves españolas, regresó a Londres con un solo barco, el Centurión, y unos 300 hombres de los1200 que componían la flota; el resto los sepultó el escorbuto en la mar.
   A pesar de ser una enfermedad que puede aparecer tanto en tierra como en la mar y en regiones frías (Vitus Bering murió de escorbuto) o calurosas, pronto se impuso la creencia de que era esencialmente un mal marítimo y propio, especialmente, de las regiones tropicales, por lo que empezó a ser denominada con distintos nombres, como fiebre de los mares, asesino gris, peste de las naos, y para una gran mayoría se trataba de un castigo divino.
  
De sobra eran conocidos sus efectos, pero no sus causas. Se sabía que los alimentos frescos la curaban, o, en todos los casos, no se presentaba; sin embargo, la dificultad estribaba en que las frutas, verduras y hortalizas se consumían pronto ya que se carecía entonces de medios de conservación, por lo que, forzosamente, se recurría a los productos secos y salados más duraderos. Estas circunstancias, a las que se añadían las pésimas condiciones higiénicas de los navíos, hacinamiento de la marinería en los sollados con la consiguiente falta de ventilación, la abundancia de piojos, gorgojos, gusanos, ratas (como en el relato de Pigafetta, Anson relata que en su barco las ratas llegaron a cotizarse a 4 dólares la pieza), el trabajo agotador de la marinería y la ingestión de víveres y agua podridos, eran factores a los que, con bastante razón, se achacaban la manifestación del terrible mal, al que, en el siglo XVIII, empezó a combatirse con jugos de naranja, limón y lima, remedios milagrosos, cuyo enigma no se descubrió hasta los primeros años de la década de los treinta en el siglo XX.
   En España no existían problemas de abastecimiento de estos frutos dada su abundancia, aunque también se cargaban grandes cantidades del vino que se almacenaba en Sanlúcar de Barrameda para su embarque, pues la experiencia había enseñado que se trataba de un eficaz agente con propiedades preventivas y curativas del apocalíptico mal de los mares.  
   La causa de la terrible afección es la carencia de ciertos elementos vitamínicos (avitaminosis), especialmente el ácido ascórbico, principio esencial de la vitamina C, contenido en los alimentos frescos y que el organismo humano no sintetiza al contrario que el resto de los animales, inmunes por tanto al escorbuto, a excepción de algunas especies como los gorilas y los murciélagos.
   Tras años de investigación, en 1932, el húngaro Albert Szent.- Gyorgyi logró desvelar el milenario secreto al aislar el ácido hexurónico que por sus propiedades antiescorbúticos recibió el nombre de acido ascórbico,  y un año más tarde el polaco-suizo Tadeus Reichstein descifró su estructura molecular y el método de sintetizarlo comercialmente y emplearlo como aditivo a determinados productos alimenticios con  escasez de vitamina C.
   Por sus descubrimientos ambos científicos recibieron el premio Nobel, en Fisiología o Medicina, en 1937 Szent. - Gyorgyi y en 1950 Reichstein. 




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